Según las Naciones Unidas el 25% de la población mundial está entre los 10 y 24 años y el 50% de la población reside en las ciudades. Para 2025 se espera que el 75% habite las urbes y para acoger esta cifra de una forma sostenible es necesario pensar en las oportunidades de los jóvenes que son la fuerza laboral del futuro cercano.
En el 2016 se presentó el informe de Medellín Ciudad Juvenil, una encuesta diseñada para jóvenes entre los 14 y los 29 años de toda la ciudad y que tuvo como objetivo medir la percepción de los jóvenes en tres aspectos: oportunidades para estudiar, oportunidades para desarrollarse y calidad de vida.
Esta encuesta fue liderada por un equipo de jóvenes de la ciudad vinculados a Youthfulcities, ONG canadiense apoyada por la ONU que dedica sus labores a medir el nivel de juventud en las ciudades, es decir, cómo las ciudades acogen a los jóvenes y determinar anualmente la ciudad “más juvenil del mundo”. Los jóvenes pertenecientes a distintos colectivos de la ciudad canalizaron la estrategia de la encuesta por medio de Cómo Lo Cambiarías, un grupo que busca desarrollar nuevos agentes de cambio en Colombia para el mundo.
La encuesta que fue aplicada a 1300 personas de todos los niveles socioeconómicos y zonas rurales y urbanas de Medellín, encontró que los cinco temas que definen a la juventud paisa son dinamismo, curiosidad, mente abierta, conexión y originalidad.
Los cinco problemas de más relevancia y que la ciudad debería resolver en los próximos años son la seguridad con un 35,3%, educación con un 13,8%, empleabilidad con el 10,8%, 10% salud y el costo de vida 8,8%.
Vivir en una ciudad juvenil para un paisa significa tener más ideas que pueden ser rentables a largo plazo y son optimistas en el emprendimiento, ya que el 50,5% de los encuestados manifiesta su interés por iniciar su propio negocio en los próximos años.
Las mujeres se sienten más tímidas para emprender ya que dicen tener menos oportunidades para crear empresa, se sienten menos saludables y menos felices. Sin embargo el 83% de los encuestados manifiesta que se siente feliz o muy feliz con sus condiciones de vida y el entorno para su desarrollo.
El evento en el que fueron presentados estos resultados fue apoyado por la Secretaría de la Juventud del gobierno local y distintas empresas privadas que respaldaron la asistencia de más de 300 líderes juveniles.
El reto consiste ahora en desarrollar actividades que busquen solución a las necesidades que los jóvenes expresaron. Si bien los colectivos juveniles de la ciudad se empiezan a agrupar lentamente con iniciativas como Clubes Juveniles de la Alcaldía, los escenarios de colaboración siguen siendo reducidos.
Más allá de recursos para desarrollar actividades los jóvenes necesitan espacios que fomenten la cultura del encuentro y muchos grupos ya tienen activos fijos que podrían poner a disposición en escenarios de colaboración para el desarrollo.
Tengo claro que los problemas más relevantes no se solucionan con encuestas diagnósticas o mesas de trabajo entre colectivos. Si bien esta encuesta fue un diagnóstico relevante para distintos sectores, las acciones de respuesta no llegan por arte de magia si no existe una voluntad coordinada entre las partes. Medellín como el resto de ciudades latinoamericanas debe poner en sus agendas más actividades que permitan que los jóvenes se conozcan y se ayuden con sus capacidades y oportunidades.
En condiciones desiguales e inequitativas el joven de un lado de la ciudad puede recibir 10 veces más recursos para ir a la escuela que el joven del otro lado de la ciudad que sólo recibe el dinero para transportarse. Luego el joven que recibe más dinero tendrá la posibilidad de estudiar en una universidad privada donde podría tener mayores oportunidades laborales. Si se logra encontrar un espacio en el que los dos jóvenes se conozcan, el que tiene más oportunidades podría colaborar con su amigo y permitirle que trabajen juntos. Bajo un supuesto como estos, si ponemos a circular a los jóvenes en el territorio, estos van a encontrar salidas orgánicas a los problemas que los aquejan.
Los avances en educación han sido interesantes y la colaboración entre países latinoamericanos ha permitido que muchos jóvenes puedan formarse en la educación superior sin importar sus condiciones socio-económicas, sin embargo, aportar más al tema educativo no sólo resolverá uno de los problemas de los jóvenes de Medellín sino que canalizará oportunidades que reduzcan los índices de desempleo y a largo plazo mejoren las condiciones de seguridad en Colombia y el resto de Latinoamérica.
Para terminar, invito a los gobiernos latinoamericanos y a los sectores de la sociedad a poner atención especial a la población juvenil y aportar con espacios del encuentro que permitan habitar el territorio de una forma más amplia y dinámica, favoreciendo los mercados locales y las oportunidades de resolver conflictos y problemas sociales por medio de la colaboración y la acción colectiva. Los jóvenes estamos hablando al mundo, no sólo con encuestas sino con oportunidades.