En un escaso lapsus de 3 meses y en medio de los rezagados sentimientos de indignación, apatía y desasosiego económico causados, entre otras circunstancias, por las protestas y levantamientos sociales de 2021, la pandemia, la reactivación económica del rebusque y la alarmante impopularidad de la clase gobernante; se llevan a cabo las contiendas electorales más importantes de la población habitante de Colombia, especialmente cuando la centralización en el país avanza por encima de la pretendida descentralización estructurada en la constitución de 1991.
Hace carrera el reality show presidencial mientras el congreso y sus nuevos aspirantes desempolvan la agenda de contactos para visitar a sus necesitados votantes y cotizar la maquinaria requerida para ganar las elecciones, ¡qué salvación ha sido para los ‘Padres de la Patria’ ahorrarse la endulzada discursiva que ha quedado en manos de la guerra twittera, la publicidad burda de las pancartas y los debates telenovelizados a cargo de los pastorcitos pre-presidenciables!, ‘medir el aceite’ de la dirección a la que apuntan quienes tienen las cédulas inscritas (sí, a ningún poder le interesa la opinión –ni la gente– a menos que pueda legitimarlo) y hacer “acuerdos programáticos” con cualquier diablillo que figure en las encuestas, igual solo uno va a ser presidente y mientras eso pasa en casi 4 meses, extraordinariamente en no menos de 40 días después, para entonces, ellos ya tendrán credencial y quien negocia será otro diferente al candidato: el Representante a la Cámara o el Senador electo 2022 – 2025.
Con un abstencionismo aproximado al 90% en la última contienda electoral realizada para jóvenes en virtud del aparente reclamo democrático y representativo solicitado mediante disturbios en el paro nacional, se espera que los tarjetones del 13 de marzo los depositen los mismos de siempre, aunque mediáticamente hay nuevos rostros de la (neo)farándula promoviendo candidaturas desde nuevas listas que esperan reestructurar el orden del establecimiento, restando poder a las casas políticas tradicionales, no obstante cabe aclarar que es poco probable que los ‘likes’ se traduzcan a votos.
Casi como compromiso y sosteniendo la tradición, los enfrentamientos entre grupos armados se agudizan para estas fechas, y es que claro, si los mismos intimidan, que sean otros de los mismos quienes defiendan “y salven la patria”. Las nuevas Curules de Paz van a apaciguar el discurso del homicidio (que en todos los casos debería ser agravado) recurrente de líderes sociales, pero no contendrán la corrupción endémica que se manifiesta en los escenarios políticos y burocráticos del país, y sin una buena estrategia de educación ciudadana para la gobernanza, no será más que dilapidar el erario en actos simbólicos carentes de simbolismo.
Gracias al Presidente Iván Duque y su Plan de Desarrollo “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”, ejecutado en un 70% según el Departamento Nacional de Planeación, cuya formulación basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible le costó la acusación infame de ‘comunista’ por parte del ala más extrema de su partido en su momento y que a hoy logró obtener hitos de carácter generacional como 7 mega proyectos de transición energética en marcha, no le bastaron para ocultar el grave error cometido como jefe de Estado y que le despide con la desaprobación al punto de conseguir que se le incendie el país: entorpecer el proceso de paz, léase bien, entorpecer y no reformar el proceso de paz.
La Democracia más estable de América Latina que cuenta con el segundo Ejército más valiente del mundo, alberga un cáncer político–económico que hace metástasis como guerras al interior de los territorios desde hace aproximadamente 60 años y que se manifiesta en la medida en que los pobres figuran para el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, esta enfermedad que venía acordando un tratamiento mediante quimioterapias con rayos de verdad, sentido común sobre los dogmas morales y medicamentos complementarios para la restauración de tejidos socioculturales, de repente se ve saboteada por quienes no quieren desprenderse del tumor maligno para no perder el negocio de balas placebo, haciendo caso omiso a la urgencia médica del pueblo e internando a la República en la Unidad de Cuidados Intensivos. Recorren rumores en los pasillos del hospital mundial sobre la posibilidad de la instauración de un gobierno socialista en el aliado principal de Estados Unidos en Latinoamérica, donde además se viene posicionando la izquierda y no por tradición, sino por incompetencia.
Mientras tanto ‘Los Padres de la Patria’, es decir, los partidos políticos que manejan el congreso como encargado directo de sostener un régimen republicano de carácter liberal, se ensañan en batallar contra ‘influencers progres’ cuya gran parte de seguidores nacieron después del 11 de septiembre del 2001 (y que ya podrían votar), a partir de tesis –doble–moralistas trasnochadas, demostrando que definitivamente la explicación pedagógica de la matemática básica a partir de peras, manzanas o papas (tan de moda el tubérculo últimamente) ha sido subvalorada en plaza pública y por supuesto descuidada al interior de las aulas para priorizar la memorización de arengas superficiales en las marchas.
Afortunadamente este es el país del Sagrado Corazón de Jesús, donde los índices de violencia son directamente proporcionales a los de felicidad y la sabiduría popular indica que ‘no hay mal que por bien no venga’. El recrudecimiento de las acciones bélicas en Ucrania lideradas por el autoritarismo ruso, ponen en evidencia la distancia entre regímenes, su relación con el mercado, la amenaza latente del totalitarismo y la configuración de bloques internacionales que les permiten mantenerse vigentes en un mundo globalizado. Ni los medios de comunicación, ni el gobierno, ni los candidatos en las diferentes campañas han desperdiciado estos lamentables sucesos para tratar de contener el eventual fenómeno electoral que podría cambiar el sistema del país, que, si bien no es perfecto y flaquea con la indiferencia, permite márgenes de acción política ciudadana que garantizan estándares estructurales para el ejercicio de la libertad como expresión de la autonomía y la razón de cada individuo.
En el uso de mis facultades de expresión aun no disuadidas por completo, quiero finalizar escribiendo que hay algo un tanto peor que un megalómano inteligente y es una población urgida de ídolos. Cualquier auto categorización de “ismo” (aunque anexe el prefijo ‘anti’ o se refiera a un sistema construido en las ideas) es la manifestación de una filiación de carácter emocional que anula la razón y desvirtúa por completo la democracia, pues no caben ciudadanos sino amigos, enemigos, contradictores y financiadores, por tanto, no es posible la diferencia y el respeto en la misma línea porque de facto se deshumaniza a quien piensa diferente, aunque se encuentre lógica en su actitud disidente, justificando el clientelismo y solapadamente la destrucción del otro.
Se dice que todos vamos por ahí señalando la paja del ojo ajeno sin percatarnos del palo que cargamos nosotros mismos, y creo que este es el principal motivo por el que a veces la política nos hace más mal que bien, al punto de llevar nuestros cuerpos a la guerra con tal de evitar la rigurosidad del pensamiento, o peor aún, de abrir paso (avalando) para que otros también piensen –posiblemente mejor–, aunque no pertenezcan a nuestro círculo cercano o lleven nuestra sangre.
P2: Aún no he decido a quienes daré mi voto para las elecciones legislativas el próximo domingo, pero seguramente no será por delfines oligarcas ni por oligarcas populistas, aunque se maquillen en lista cerrada con alta inversión en marketing. – Es pertinente votar las consultas presidenciales, y en este momento histórico crucial, es necesario que prime la sobriedad de la conciencia con respecto a la complacencia triunfalista.