El arquitecto Luis Fernando González recogió en un texto la historia de estos dos edificios y sus procesos de restauración.
Un homenaje a la ciudadanía activa de Medellín, que con su pasión por la recuperación del patrimonio logró que dos joyas se mantuvieran vigentes para la memoria, la historia y el patrimonio; fue el que hizo Luis Fernando González Escobar en su nuevo libro ‘El Jordán y la Casa Zea en la historia urbana de Medellín’, edición de la Alcaldía y el Ministerio de Cultura en la colección ‘Memoria y Patrimonio’.
“Es el ejercicio de una ciudadanía activa que luchó por que esos referentes urbanos, esos hitos y símbolos se mantuvieran. Es la lucha de organizaciones civiles, comunitarias, de personas que a través de recursos ante la ley, del ejercicio permanente de la necesidad de su memoria, obligaron a las instituciones estatales a restaurar estos edificios como factores de la historia, la memoria y el patrimonio del ciudad”.
El arquitecto constructor, Magíster en Estudios Urbano – Regionales y Doctor en Historia; Coordinador de la línea de investigación en estudios patrimoniales en el hábitat y autor de numerosos libros; presenta ahora este texto en el que aprovechó la investigación que realizó como insumo para las respectivas restauraciones de la Casa Zea (Ministerio de Cultura) y El Jordán (Fundación Ferrocarril de Antioquia).
En su nueva obra, fue más allá para sumergir a los lectores en la historia de estos dos referentes de la vida urbana de Medellín, incluso deconstruyendo “mitos” como el que afirma que Francisco Antonio Zea, protagonista del movimiento independentista liderado por Simón Bolívar, nació en la casa que hoy lleva su nombre, algo que niega con base en su investigación.
“Aparte de esa intencionalidad de aportar insumos a ese trabajo, obviamente había que trasladar toda la intención de valorar, de insertar las edificaciones en la historia urbana. Normalmente se estudian esos edificios de manera aislada y eso hace que se pierdan detalles relevantes, que se pierdan del contexto”, explicó el profesor González Escobar.
Hablando de la importancia de la restauración de estos dos edificios, de la recuperación patrimonial, el autor explicó que si bien una ciudad como Medellín no cuenta con un centro histórico tradicional como el de Quito (Ecuador), las riquezas de este tipo “están condenadas a que no pase nada con ellas o que se vean sometidas a un intenso deterioro”.
Y agregó que “cada ejercicio de rescate, de recuperación de algunas de las edificaciones que sobreviven en el tiempo, son un triunfo de la memoria sobre la destrucción”.
Sobre los conceptos de restauración de estos edificios, reflejados en el texto, el profesor González Escobar, insistió en que son diferentes en sus características esenciales pues mientras la Casa Zea es un edifico doméstico, El Jordán fue un edificio comercial destacado por sus servicios de baños, la visita de las élites de la ciudad y la actividad musical que acogió desde 1.891, año de su construcción.
Precisó que en la Casa Zea la perversión de usos como convertirla en escuela durante un tiempo, alteró y deterioró significativamente sus espacios y estructura; lo que llevó a una restauración no dirigida a la rigurosidad histórica de regresarla a su estado original sino que “había que quitar cosas añadidas innecesarias y con criterio juicioso así lo hizo el arquitecto Néstor Vargas Pedroza de Bogotá, no para llevarla al origen sino para evidenciar los distintos tiempos por los que pasó la casa”.
Acerca de El Jordán, ahora Centro de Documentación Musical de la ciudad, el autor destacó que se hizo énfasis en recuperar elementos muy característicos del edificio como “el corredor en piedra mazorca, sus columnas de madera, el patio central con su lucernario, el gran muro de tapia pero también con elementos contemporáneos que permitieron actualizar la casa”.
Con el libro ‘El Jordán y la Casa Zea en la historia urbana de Medellín’, González Escobar supera la decena de textos publicados que enriquecen el acervo histórico, arquitectónico y académico de Medellín, ciudad frente a la que el profesor mantiene una voz de reclamo.
“El centro de Medellín, todas las administraciones que han pasado, desde los estudios del año 68, han quedado en deuda con el centro tradicional de Medellín para convertirlo en su verdadero centro histórico. Pese a los anuncios, pese a los proyectos y programas le hemos sumado más deterioro, abandono, olvido y demolición que aportes a su reconfiguración en su verdadero sentido como el centro histórico que debería ser”, concluyó.