Luigi Sciamanna y lo que tiene que decir el arte

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LA Network
15 noviembre, 2019 - Cultura

Nos encontramos con el dramaturgo Luigi Sciamanna en el restaurante de un hotel en Caracas, allí lo abordaron dos mujeres de una familia italovenezolana -madre, e hija-, la mayor parece que lo vio nacer y explicaron que con la otra eran como si fueran primos.

Usa el prefijo señor para referirse a las personas con las que no tiene confianza, se expresa con la cabeza y las manos, pero como un italiano de invierno -que no es exagerado en sus ademanes sino más bien formal, casi ceremonial-.

Tenía mucha prisa, no había forma en que moviera un milímetro su horario, entonces no aceptó la invitación a almorzar de los allegados italovenezolanos. A veces se mostraba tan enérgico que no se podía saber si estaba al borde de la alegría o de exasperarse.

Después de la conversación de puntos intensos donde nos estamos conociendo, donde se habla de Caracas como un reflejo de un caos regional, de un acumulado de política y políticas, vuelve la invitación a teatro, la esperanza simple de la audiencia, la curiosidad muy intensa de lo que pase en un nuevo público.

Luigi da las gracias y sonríe mostrando un fondo libre de telones: un momento histórico que lo molesta y un acumulado histórico que lo hiere, pero un camino y un momento tras momento que está -más que disfrutando- amando.

“Y eso era actuar”

<<¿Por qué el arte? ¿Por qué tú arte? ¿Por qué el teatro?>>.

<<Yo no la escogí. (…) cuando tú antes de los diez años empiezas a decir que quieres ser actor, cómo se puede explicar racionalmente (…), lo empecé a decir. En mi casa se iba mucho al cine a causa de mi madre que es una persona que le gusta mucho ir mucho al cine, pero no intelectualmente, (…) mi madre es una ama de casa italiana que migró… y bueno, se iba mucho al cine, mi padre la llevaba al cine y bueno, por supuesto yo iba con ellos. Y desde muy pequeño viendo la pantalla del enorme autocinema La Paz al lado de la parroquia La Vega (…), en ese autocine que no existe, yo empecé a señalar la pantalla y decir que quería hacer eso, y eso era actuar>>.

“En la casa de la familia de mi madre se hace ropa por cuatro generaciones, ya eso de alguna manera es una actividad artística. (…) mi madre recibía gente en la casa que tenía que tomar medidas, yo muchas veces la ayudaba, la asistía y después en el teatro el vestuario para mí -como actor y como realizador- es un elemento sagrado… además tengo mucha consciencia sobre el hecho de vestirse y de vestir al personaje porque además crecí viendo eso. Soy un apasionado de acompañar a los vestuaristas (…), de ir con ellos a comprar las telas (…). Porque en el teatro el hábito hace al monje (…)”.

Actuar vistiéndose y luego vestir y revestir, ponerle a una realidad los trajes de otra y crear una mística de las telas, que también es una forma de las pieles. Luigi encontró en la familia materna un mundo en el cual moverse, sentir, explorar; la madre parece con una sensibilidad especial, “un arte”, quizá también una tradición o un sentido histórico que se siente en la colonia italiana en Caracas -que al saber de dónde vienen se les hace más fácil saber para dónde van-. No solo son italianos, sino que se reinventaron, construyendo barrios y ciudades, por la guerra.

Más allá de las visiones anticuadas de lo femenino como más sensible, en casas de mujeres los artistas logran encontrar la mística de lo cotidiano, la magia de los pequeños mundos, muchas veces más profundas que las grandes gestas masculinas. Desde ahí Luigi logra asomarse a la historia, a la tragedia y a lo político.

Ya en la adolescencia, con su gran amigo Carlos Casuso fueron por primera vez a teatro, a una joya arquitectónica como el Teatro Nacional, para ver Hay que Deshacer la Casa. Aproximadamente 15 años después volvería a ese teatro a dirigir siete funciones de un libreto de Aquiles Nozoa frente a 500 asistentes.

Para llegar ahí buscó una academia de actuación para televisión y no lo dejaron inscribir porque era menor de edad. Todavía en la adolescencia -cuando se cree que el mundo está en contra- entró a la Universidad Central a estudiar cine en la escuela de artes y un año después encontraría lo que estaba buscando: un taller de teatro con el maestro Ugo Ulive, uno de sus dos grandes maestros -junto a Fernando Gómez- en toda esta historia.

Recuerda muy bien la primera vez que le pidieron un autógrafo, iba con Carmen Palma.  Sciamanna explica que no estaba en la obra buscando fama o reconocimiento, sino porque la dirigía Ugo Ulive y por un amor muy grande por el libreto y el personaje.

“Le dije a Carmen: ahí te están esperando y resulta que me estaban esperando a mí”. Había un grupo de personas esperando en el parqueadero y se pusieron a conversar largo sobre lo que había pasado con la obra: “fue más allá de fírmame el programa de mano”.

Sciamanna deja muy claro que no se puede cargar al arte de un montón de responsabilidades, pregunta si el arte tiene que servir para algo, deja muy claro que no le tiene que dar gusto a nadie. Él tiene una visión del arte como ligado a una pequeña audiencia, decir algo que retumba en el otro, que mueve múltiples explicaciones o argumentaciones que nunca son las del autor, sino que ya le pertenecen al mundo. Porque se debe cuidar la dignidad del artista, su posibilidad de vivir del arte, pero también el arte debe fluir, la obra debe llegar al mayor público y subsistir en el mayor tiempo posible como una retaguardia psíquica posible.

“La Gioconda no va a curar a nadie, ni la Capilla Sixtina, ni el Guernica (…), y las obras de Bertolt no van a curar una crisis económica, ni van a curar a la humanidad, ni van a salvar las hambrunas, pero deben estar ahí”.

Dmitri Shostakovich en el más atroz stalinismo hizo una música maravillosa “y que se siga tocando, y se le siga explicando a la gente, esas obras deben estar ahí porque son asideros morales, espirituales y humanos. Son la fuente de la que siempre beberemos. (…) Hay gente que le encanta decir el ser humano es lo peor, ¿cómo que el ser humano es lo peor? ¿tú estás loco? lo que pasa es que los que son malos tienen una capacidad de hacer mal que es profundísima y son muy efectivos haciendo daño. La mayoría de la humanidad no hace daño. A la mayoría de la humanidad hay que educarla, ofrecerle herramientas para la sensibilización”

La vestimenta del tiempo

Ha habido obras que Sciamanna ha re-escrito sin oportunidad de volverlas a montar, dándose cuenta sólo después del estreno, y de tener un acumulado de ensayos, que algunas escenas sobraban.

El fracaso es algo importante, Luigi señala volverlo a definir, nombrar su evidencia o la fuente del fracaso. Entendiendo su historia, el fracaso tiene una función de reinvención, pero también de separarse, de no seguir la corriente.

“A los treinta hice el papel de Romeo, que se supone que es la quinta esencia del adolescente enamorado (…). La crítica me despedazó, el público lo adoraba y llenaba el teatro y los colegas se burlaban.”

El teatro es “el arte del presente” y hay que lidiar distinto con el fracaso que, en otros artes, porque se está muy expuesto. En el caso del actor la paternidad no es tan grave, pero se convierte en un objeto para cualquier emoción del público que termina por desbordarse del escenario.

“Cuando eres actor sí hay un periodo en el que la obra te expone, la obra te vulnera (…) y de alguna manera eres un objeto, (…) y eso es agotador, eso es extenuante. Y entonces para eso lo mejor es que haya un periodo de reclusión, mejor decir me guardo.”

Después de Romeo y Julieta, Luigi estuvo tres o cuatro años haciendo el monologo de El Juicio del Siglo con Fernando Gómez, un texto de Clarence Darrow. Uno de esos días terminando obra con un Fernando, ya muy entrado en años, subiéndose al carro, Luigi descubrió un papelito en el parabrisas. Era de un abogado que había visto el mismo monólogo interpretado por el mismo Fernando treinta años atrás; en el papel se leía un agradecimiento y la confesión de que la primera vez que había visto la obra lo había inspirado a estudiar derecho.

“Esa flecha que se disparó en 1970 da en el blanco treinta años después. ¿Ves que bello?”

Fuentes

Entrevista a Luigi Sciamanna en octubre del 2019 en Caracas.

Trabajo en campo en octubre de 2019 en Caracas y asistencia a la obra de teatro La Mamma.

https://www.venezuelasinfonica.com/noticias/400-sacos-de-arena-de-luigi-sciamanna-en-el-teatro-chacao

Sobre Jaques Lacan: https://www.youtube.com/watch?v=p58G_n1dZeQ recuperado el 19 de octubre de 2019

https://iiccaracas.esteri.it/iic_caracas/es/gli_eventi/calendario/2012/04/la-sposa-del-gigante.html

http://www.el-teatro.com/luigi-sciamanna-erige-tres-edificios-de-berlin/

Imágenes

https://cochinopop.com/noticias/cine/pelicula-colombiana-coproducida-con-venezuela-fue-premiada-en-cannes/

https://www.facebook.com/luigi.sciamanna.3

Anotación:

Este texto es escrito en el marco de un proyecto llamado Latinoamérica Imaginada por Artistas con el cual se está realizando un libro virtual sobre la percepción de las realidades latinoamericanas desde la visión de artistas de Río de Janeiro, El Salvador, Caracas, Medellín y Cúcuta.