Mi vida durante la pandemia

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LA Network
23 agosto, 2020 - Ética Ciudadana

Por Memo Ánjel*

Esta es la primera vez en mi vida que me toca estar en medio de la peste, teniendo miedo de los otros y pendiente de que el virus no me toque. Lo anterior me hubiera podido convertir en un paranoico o en un depresivo, o en un medieval convertido en una gárgola. Pero como dice Voltaire, en el Cándido, el trabajo me ha salvado de estar viendo diablos e infiernos por todos lados, por todos lados.

En casi seis meses de encierro (con apenas tres salidas rápidas a la calle), con cuatro grupos de estudiantes en la universidad (sin contar los de educación continua y las charlas), me he convertido en una persona que no teme a la virtualidad ni a los programas informáticos, y que se mueve por estos espacios como cualquier lagartija sobre la pared. Cuatro plataformas (Moodle, Teams, Zoom, Webex), varios programas para graficar y hacer cursos con diapositivas me han situado en un nuevo espacio de trabajo (no el mejor, pero sí algo al que ya no tengo miedo). Y he aprendido a reír y divertirme frente a la pantalla.

Pero como no todo es trabajo, he leído libros sobre el campo, la cría de animales, la purificación de aguas y la producción de energía, la construcción de espacios y el uso de la perspectiva, previendo que el mundo cambie y haya que comenzar de nuevo. Así que, de mis libros de historia y literatura, de filosofía y de ciencia, he pasado a los que enseñan cosas prácticas para vivir solo en una isla. Y si pasa que este aprendizaje no lo tenga que aplicar, me servirá para escribir.

Encerrado, he aprendido a tener disciplina, ordenarlo todo, evitar mirar las redes como un poseso y planear tiempos para hacer las cosas. Y siempre de buen humor, porque de nada vale trabajar o estudiar (se me olvidaba, también leer a Julio Verne) si no hay de qué reírse, incluso cuando lavo trastes, limpio espacios (también me limpio yo) y salgo al balcón para revisar plantas y mirar como van los árboles.

Vivir la vida, eso he aprendido, esta vez desde el encierro. Y que sea lo que venga, pues vivir, pues la vida, a fin de cuentas, es lo que a uno le pasa. Y la vida es como la sopa, ‘sabe a lo que uno le eche’, como decía una señora. Todo esto lo digo a mis hijas por teléfono. Y luego les envío un WhatsApp con algún sticker y muchos corazoncitos.

*De origen sefardí (judío español), José Guillermo Ánjel, así con J, es mejor conocido en Colombia como Memo Ánjel. Es Comunicador Social-Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín y Ph.D en Filosofía. Autor de múltiples libros, académico, columnista y ganador de la beca de Arista en residencia del Berliner Kúnstlerprogramm del DAAD (Deutscher Akademischer Austauschdienst).