La pérdida, así sea de una sola vida en un accidente vial, es inaceptable.
Esa es la sentencia, en este caso de vida, con la que el Gobierno y el sector industrial de Suecia se levantaron en pleno en el año 1994 para decir, debemos y podemos evitar que las personas mueran por errores humanos al momento de movilizarse o interactuar en las vías. Allí nació Visión Zero.
Esta iniciativa, de base fundamentalmente ética, considera que los seres humanos cometen errores y que esos errores no pueden tener como consecuencia la pérdida de la vida y por ello promueve la educación de los conductores y demás actores de la movilidad. También, la implementación de una infraestructura que los expertos denominan ‘perdonadora’, es decir, diseñada y planeada para asumir los errores de las personas y que esos yerros no necesariamente terminen en la muerte o graves daños a la integridad: vías seguras.
Además, impulsa el tráfico inteligente a través del monitoreo de las vías, los flujos de tráfico y las condiciones externas como el clima, en otras palabras: vigilancia y control. Por último, reclamar de la tecnología vehicular “grandes avances en la mejora de la seguridad de los conductores, pasajeros y peatones. Una serie de nuevos sistemas puede reducir drásticamente las muertes relacionadas con el tráfico y las lesiones graves”.
Con esta perspectiva, los suecos redujeron en más de un 30% las víctimas en incidentes y esa reducción ha sido lograda con el incremento continuo de su parque automotor. De hecho, sus beneficios son tan evidentes que Visión Zero ya tiene oficinas en más 60 países en el mundo.
En Latinoamérica, la ciudad de Bogotá capacita desde 2016 a sus funcionarios de movilidad en esta perspectiva para ser, en 2038, la primera megaciudad con cero fatalidades. Ciudad de México y Sao Paulo son otras de las ciudades que en la región implementaron Visión Zero.
El mundo puede, con la Visión Zero, ofrecer en las vías “seguridad en todo momento” y reducir la tragedia de las víctimas del tránsito.
